La subida por Mitre al Puente Pueyrredón está cortada. Se cumple un año del desalojo de Guernica y desde las 8:30 se concentran las familias que recaman hechos concretos, mil veces prometidos, pero nunca cumplidos. De lado a lado de la subida se aposta la Prefectura Naval Argentina, no cabe duda de que la orden es que no se avance. En el paredón del otro lado nos miran inmortales Maxi y Darío. Hay más de diez filas de prefectos y policía federal más atrás. Camiones hidrantes y uno de bomberos. Hace calor al sol que pega en el asfalto.
De este lado son varias cuadras de organizaciones que acompañan. La columna la encabezan las familias y llevan, como carteles, impresas las fotos de lo que fue la vida cotidiana durante tres meses y el final del desalojo. En esa primera línea está Juan, vecino de Guernica, parte de la toma. “Hace un año hemos sido desalojados con una represión por parte del gobierno, con tanta policía, escopetas, gases. Teníamos nuestras casuchitas armadas en familia, donde ya vivíamos, fueron quemadas nuestras viviendas, nuestras casuchas” recuerda.
Su realidad es la de muchas familias. Alquilar es imposible y procurarse un pedazo de tierra deshabitada durante años aparece como legítima opción: “cada año que pasa suben los alquileres y trabajo no hay. Yo hoy vivo de las changas. Nunca pude comprar un terreno jamás. Voy a cumplir 50 años. Tenemos que juntar para alquiler, todo para alquiler, no alcanza ni para nuestros alimentos”.
“Tenemos un compromiso firmado con el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, incluso estuvo socioambiental con cada familia. En esas actas se comprometió a darnos el lote con servicios básicos en 180 días, eso ya se venció. Y ahora nos dicen que para 2023 van a hacer algo de vivienda. Andan pateando hacia adelante un poco más. Hay familias en situación de calle, hay algunos que podemos hacer changas y alquilamos piecitas en alguna villa”, agrega y pone en evidencia una vez más la regla a la que el poder estatal somete siempre a quienes reclaman derechos fundamentales para vivir dignamente: la espera.
Juana es otra de las vecinas que hace parte de la Asamblea Permanente de Guernica. También habla de esa espera: “queremos nuestro lote. Queremos que cumplan. Hacemos mesa de negociación, hacemos todo lo que nos piden y nos van pateando 15 días, 15 días. Parece que están esperando que pasen las elecciones y dejarnos en el olvido”.
Ojalá que no. Ojalá que eso de empezar por los últimos se vuelva realidad. Ojalá que a las familias le entreguen los lotes con servicios prometidos. Es urgente. Sin tierra no se puede vivir.
Deja una respuesta